El Ser Humano es una especie bastante compleja, eso está claro. La ciencia lleva muchísimos años estudiando los diferentes sistemas que componen a nuestro cuerpo para lograr mayor entendimiento y encontrar respuestas en cuanto a nuestra salud, nuestro comportamiento, entre muchas otras interrogantes.
Son grandes los descubrimientos que se han hecho y probablemente aún hay muchísimo más por encontrar.
Sin embargo, creo que en la mayoría de las ocasiones nos complicamos más de la cuenta llenándonos nuestra mente de teoría y conocimiento, pero es poco lo que aplicamos.
¿Por qué? Hay mucho que hacer, la vida no para, no hay tiempo, se acaba una reunión y empieza la otra, los fines de semana son intensos y cortos, suma y sigue. Tú sabes a qué me refiero.
El hecho de vivir constantemente a este ritmo sin parar hace que estemos la mayor parte del tiempo en un estado de alerta (Sistema Simpático activado). Esto implica que nuestro cuerpo esté en un estado de “Lucha o Huida” o de “Defensa y Ataque”, ya que a nivel subconsciente estamos intentando constantemente de sobrevivir frente a un peligro. Esto ocurre cuando estamos constantemente pensando en el pasado (lo que hice o no hice, lo que me hicieron, lo que sucedió) o en el futuro (las reuniones a las que tengo que asistir, la conversación que debo tener, lo que voy a comer, lo que creo que va a suceder, lo que no quiero que suceda). El estar viviendo constantemente de esta manera, hace que desarrollemos un tipo de enfoque llamado “Enfoque Convergente”, en donde toda nuestra atención y, por ende, toda nuestra energía se la dedicamos a ese objeto o situación conocida y no nos permitimos experimentar nada nuevo. Lo anterior implica que nuestros pensamientos son principalmente los mismos que los del día anterior y eso hace que nuestros comportamientos sigan igual y, por lo tanto, nuestros resultados y nuestra vida, en términos generales, también. Esto es lo que se llama vivir en piloto automático.
Por el contrario, cuando vivimos en el momento presente estamos permitiendo que nuestro sistema de relajación/reparación se active (Sistema Parasimpático). Esto hace que nuestro cuerpo esté funcionando como debe funcionar la mayoría del tiempo (digiriendo, absorbiendo nutrientes, sistema inmune activo, reparando tejidos, buena comunicación hormonal, etc.). El vivir en el momento presente no quiere decir que no pensemos en el futuro o en el pasado, lo que quiere decir es que no nos quedamos atrapados en ellos. Usamos tanto el futuro como el pasado de una manera práctica. A modo de ejemplo, podemos establecer hacia dónde queremos ir o qué queremos lograr (metas) y observamos que cosas del pasado funcionaron y cuáles no. Usamos una pequeña parte de nuestro tiempo para visualizar ese futuro y observar ese pasado, pero el resto del tiempo estamos viviendo en el presente, dándole toda nuestra atención a cada acción que vamos tomando y, lo más importante, manteniéndonos abiertos a que lo que la vida nos va poniendo en el camino, ya que como bien sabrás casi nunca o más bien nunca las cosas salen exactamente como uno las planeó. Es por eso que mantenernos flexibles es tan importante, ya que nos permite aceptar y abrazar esa incertidumbre e ir accionando en el camino. Cuando estamos en este estado, desarrollamos un tipo de enfoque llamado “Enfoque Divergente”, donde mi atención ya no está en una sola cosa o situación conocida, sino que en este caso tenemos una perspectiva más amplia de las cosas, somos más creativos, nos adaptamos mejor a las diversas situaciones que nos suceden, etc.
Lo anterior implica que estamos mucho más conscientes de las cosas que suceden tanto a nuestro alrededor como en nuestro interior (a nivel emocional y mental). Ese es nuestro principal “Súper Poder” como Seres Humanos. El hecho de poder parar, observar y ser conscientes de nuestros pensamientos y así responder en vez de reaccionar ante los conflictos es algo que, desde lo que yo sé, ningún otro ser vivo puede hacer.
Para que puedas entender un poco más acerca de a qué me refiero, te voy a explicar qué sucede fisiológicamente cada vez que nos enfrentamos a un conflicto, es decir, cualquier situación que nos activa nuestro sistema de alerta o estrés.
Nuestra amígdala (la cual se encuentra en el cerebro) detecta un peligro (cualquier cosa que nuestra mente subconsciente considere un ataque a su zona de confort). Se activa el Sistema Simpático o de Alerta, activándose nuestro “cerebro límbico”. El cerebro envía una señal al corazón sobre este peligro.
El corazón eleva su ritmo cardíaco, en modo de preparación para ponerse en modo “Defensa o Ataque”. Esta señal se envía de vuelta al cerebro indicando que el cuerpo está listo para “Pelear o Huir”.
Identidad Mental: El Ego (nuestro mecanismo de supervivencia que vive en nuestra mente subconsciente) toma control de la mente consciente para dominar la situación. Aquí es cuando empiezas a pensar en todo lo que puede salir mal, que fue lo que hiciste mal en el pasado, etc. El Ego crea historias en nuestra mente.
Identidad Corporal: El Cuerpo soporta a la Mente. Al estar la respuesta de estrés activada, el cuerpo está secretando hormonas de estrés, lo que hace que nuestro comportamiento esté acorde a lo que estamos sosteniendo en nuestra mente.
Nos ponemos en un estado de Evento -> Juicio -> Reacción.
Este mecanismo sucede en aproximadamente medio segundo y no lo podemos detener, es parte del mecanismo de supervivencia que cada ser humano tiene. Sin embargo, lo podemos dominar generando consciencia y de esa manera responder en vez de reaccionar. En adelante te cuento cómo hacerlo y qué es lo que sucede cuando hacemos esto.
Paramos un segundo, tomamos un respiro. Esto permite que nuestro Sistema Parasimpático o de Relajación/Recuperación se active. Se vuelve a activar nuestra corteza prefrontal del cerebro, relacionada con la racionalidad y enfoque.
Se activa el Nervio Vago, el cual se extiende desde el cerebro pasando por el cuello inervando el corazón, pulmones y órganos digestivos. Esto hace que se genere una conexión, asociada al bienestar, entre el cerebro, el corazón y los intestinos.
Identidad Mental: La persona se vuelve enfocada y presente. Esta activación de la corteza cerebral genera Voluntad. Somos capaces de controlar nuestros comportamientos. En vez de automáticamente agarrar el paquete de galletas (por dar un simple ejemplo), somos capaces de lidiar con el conflicto.
Identidad Corporal: Cuando el cerebro, con el corazón y los intestinos están conectados el cuerpo genera una perfecta armonía hormonal. El cerebro recibe lo que necesita para estar calmado y feliz. El cuerpo está recibiendo lo que necesita para digerir apropiadamente con un metabolismo que nos permite tener gran cantidad de energía. Esto genera enfoque y la habilidad para lidiar con el conflicto.
Quedamos en un estado de Evento -> Consciencia -> Respuesta.
Como mencioné anteriormente, ni el conflicto ni la activación del Sistema de Alerta pueden detenerse. Pero si tenemos el gran poder de generar consciencia respecto a la situación y activar de vuelta nuestro Sistema de Relajación para responder apropiadamente.

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