Comemos porque es rico.
Comemos porque tenemos hambre.
Comemos porque es la hora de comer.
Comemos porque es un momento para compartir.
Muchas razones por las que comemos, pero, ¿alguna vez te has preguntado cuál es el verdadero propósito detrás del acto de alimentarnos?
Nuestro cuerpo ha evolucionado por cientos de miles de años con un único propósito – sobrevivir. Para ello desarrolló, entre otras muchas cosas, nuestro sistema nervioso autónomo el cuál se compone de dos ramas: Sistema Simpático (estrés) y Sistema Parasimpático (recuperación).
Estas ramas cumplen funcionen específicas y se activan según nuestra mente detecte peligro o la ausencia de este. Cuando existe algún “peligro” (cualquier situación que no se alinee con nuestra percepción de cómo deberían ser las cosas) se activa el Sistema Simpático el cual hace que todo el cuerpo entre en un estado de restricción para enfocarse en sobrevivir ante la amenaza. Esto hace que todos los mecanismos del cuerpo relacionados a la recuperación se “apaguen” tales como el sistema inmune, sistema digestivo, reparación de tejidos, etc. Sin embargo, una vez el peligro cesa nuestro cuerpo debería tender a activar el Sistema Parasimpático y así entrar en un estado de homeostasis y reparación.
Lo anterior ocurrirá siempre y cuando nuestra respuesta al estrés esté correctamente regulada, algo que no es el caso para la gran mayoría de las personas. Esto nos indica por qué la mayoría experimenta sensaciones de estrés constantes, tales como ansiedad, a pesar de que no haya ninguna razón clara por la que lo estén sintiendo.
Lo que en muchos casos sucede, es que la respuesta al estrés está desregulada lo que hace que el individuo esté constantemente con el cuerpo en un estado de estrés, lo cual luego se traspasa a lo que la persona está pensando y sintiendo.
¿Cuál es la razón detrás de esto? Una dieta incorrecta.
Cuando no nos alimentamos de la manera apropiada que nuestra individualidad biológica requiere, nuestro cuerpo entra en un estado catabólico, es decir, comienza a descomponerse. Esto lleva a desconexiones hormonales, órganos y glándulas dejan de funcionar como deben, nuestra musculatura comienza a disminuir llevando a una serie de problemas, etc. Todo por la simple razón de que al cuerpo no se le está dando lo que necesita o se le está dando algo que le hace mal.
También es importante entender que todos los cuerpos son diferentes. Lo que me hace bien o mal a mí no necesariamente tendrá el mismo efecto en ti y viceversa. Por lo tanto, para descubrir lo que tu cuerpo necesita es importante hacer análisis objetivos y trabajar con alguien que los sepa interpretar bien. En lo personal yo trabajo con varios análisis de sangre, junto con medir el sueño, la Variabilidad de la Frecuencia Cardiaca, entre otros factores. El conjunto de todos estos análisis me permiten entender si el cuerpo se está recuperando cada día o no. Si no se está recuperando, se van haciendo ajustes para así poder encontrar la dieta perfecta para el individuo.
Si bien te puede parecer extremadamente desafiante cambiar tu alimentación, cuando te das cuenta que para tener paz y claridad mental es fundamental que alimentes a tu cuerpo de tal forma que la respuesta al estrés esté funcionando bien, el cambio se hace mucho más sencillo porque conectas con la voluntad necesaria para hacerlo.
Si estás listo para cambiar a una vida más saludable, consciente y empoderada, no dudes en agendar una sesión a través de mi página para que nos conozcamos y contarte más detalles sobre cómo te puedo guiar.
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